La educación es el camino

Como futura profesora, es lógico que llegara este momento, el momento de hablar del concepto de educación y de valores. ¿Qué es la educación para mí y cuáles son mis principales valores en los que basar mi forma de educar? Todo educador, tanto padres como docentes, debería plantearse estas cuestiones en algún momento de su vida. En sus trabajos como docentes en particular, los profesores o maestros no deberían sólo preocuparse por dar el currículo, los contenidos de sus asignaturas. La enseñanza y la implementación en el centro de valores morales para la vida diaria de los alumnos deberían ser iguales o incluso más importantes que aprender un puñado de datos.

La adolescencia es una etapa de desarrollo humano en la cual nuestros rasgos de la personalidad se configuran y cementan. Además, aunque este periodo es bastante personal, tanto a nivel físico como psíquico, sí que es verdad que hay cierta jerarquía de valores que tiende a repetirse para los jóvenes que la atraviesan. La Fundación SM publicó en 2010 una serie de datos recogidos mediante encuestas y recopilados en un informe llamado Jóvenes españoles 2010, en el cual se dio a conocer que los jóvenes valoraban como “muy importante” la familia, la salud y los amigos y conocidos. Aunque hayan pasado ya unos años, estoy casi segura de que si se volviera a repetir este estudio, los datos serían parecidos o iguales. Aunque los adolescentes nos den a veces una impresión como de que pasan de su familia y de todo en general, tenemos que saber que en el fondo son seres profundamente emocionales con unas ganas terribles de que les quieran, les escuchen y les entiendan. Todos hemos sido adolescentes y sabemos en menor o mayor medida por lo que se pasa, lo que se piensa y que visión de la vida se suele tener. En esa fase de nuestras vidas, vemos las cosas como si sólo fueran blancas o negras y en general lo que nos pasa en nuestro día a día nos afecta mucho más que cuando más tarde nos convertimos en adultos. Al fin y al cabo, es una época en la que nuestro desarrollo humano nos juega una mala pasada, nos hace seres intensamente emocionales, para bien y para mal.

Una vez que tenemos esto en cuenta, es por ello preciso que la educación sea un camino de ayuda a nuestros adolescentes, por el que les enseñamos a usar una variedad de herramientas que les ayuden a vivir sus vidas presentes y futuras. De esta manera, igual que cuando nos enseñan a andar en bici por primera vez, debemos facilitar su aprendizaje en nuestras asignaturas, asegurarse de que no se caen, mostrarles los valores morales que nos hacen buenas personas y nos ayudan a convivir. La educación debería ser un camino del entendimiento, por el que les echamos una mano en la gran tarea de conocerse a sí mismos y de aprender a autorregular sus emociones, a saber llevar bien tanto el éxito como el fracaso. Por último, la educación debería ser el camino de la tolerancia y el respeto, de la cooperación, y de aprender a valorar la vida misma. La educación es el camino y como tal, debemos hacer que sea nuestra misión cuidarla con cariño y esmero.